IA una nueva compañera de estudio
Cada vez más estudiantes universitarios recurren a herramientas de inteligencia artificial (IA) como ChatGPT, Copilot o Notion AI para escribir ensayos, resumir lecturas o resolver ejercicios de programación. La IA se ha convertido en una compañera de estudio constante.
Pero junto con sus ventajas, empiezan a aparecer nuevas preguntas:
¿Nos ayuda realmente a aprender o nos vuelve dependientes?
¿Disminuye el estrés académico o lo transforma en otro tipo de ansiedad?
¿Nos conecta más o nos aísla del resto?
Menos carga mental, más dudas sobre la autoría del estudiante con la IA
Uno de los efectos más visibles de la IA es la reducción del estrés académico. Muchos estudiantes sienten alivio al poder organizar ideas, entender textos difíciles o revisar su redacción con ayuda de estas herramientas. En ese sentido, la IA actúa como un recurso para manejar la carga cognitiva y mejorar el rendimiento.
Sin embargo, no todo es tan simple. Aparecen nuevas formas de preocupación: algunos se preguntan hasta qué punto su trabajo sigue siendo propio si la IA participó en el proceso. Esa ambigüedad sobre lo “auténtico” puede generar ansiedad evaluativa, miedo a ser juzgado por usar demasiado la tecnología o por no entenderla del todo.
Así, la IA puede aliviar el cansancio mental, pero también aumentar la incertidumbre sobre la evaluación académica.
Confianza en uno mismo: entre el impulso y la dependencia de la IA
Usar IA puede fortalecer la autoeficacia, es decir, la confianza en la capacidad de aprender y resolver problemas. La retroalimentación inmediata y la posibilidad de ensayar sin riesgo ayudan a sentirse más competente.
Pero cuando el uso se vuelve excesivo, algunos estudiantes empiezan a dudar de su propia capacidad sin la IA. Surge entonces una especie de “autoeficacia asistida”: rendimos bien con ayuda, pero nos cuesta confiar en nuestras habilidades cuando trabajamos solos.
La clave, entonces, está en usar la IA como apoyo, no como sustituto. Cuanto más comprendemos cómo y cuándo emplearla, más contribuye a fortalecer la confianza genuina.
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¿Más conexión o más aislamiento digital en el estudiante?
Un efecto menos discutido es el social. La IA puede reducir las interacciones cara a cara, porque muchas tareas que antes se resolvían en grupo ahora pueden hacerse de forma individual con ayuda tecnológica. Esto puede llevar a una sensación de aislamiento o pérdida de pertenencia, especialmente en carreras muy digitalizadas.
Pero también hay experiencias positivas. En grupos donde la IA se usa de forma colaborativa —por ejemplo, para debatir ideas o comparar respuestas generadas— se observa un aumento del aprendizaje compartido y de la reflexión colectiva. En esos casos, la tecnología no aísla, sino que activa nuevas formas de diálogo académico.
Factores que marcan la diferencia
Los efectos de la IA no son iguales para todos. Algunos factores influyen significativamente:
- Carrera y tipo de tareas: en humanidades surgen más dilemas éticos; en ingeniería o informática, predomina la eficiencia y la experimentación.
- Alfabetización digital: quienes entienden mejor cómo funciona la IA la usan con menos ansiedad y más autonomía.
- Políticas institucionales: universidades con reglas claras y enfoque pedagógico reducen el estrés y fomentan un uso responsable.
Hacia un uso de la IA consciente y saludable
La inteligencia artificial no es buena ni mala por sí misma: su impacto depende de cómo la integramos en la vida universitaria. Algunas pautas para un uso saludable incluyen:
– Usarla como herramienta de apoyo, no como reemplazo del pensamiento propio.
– Compartir y debatir su uso con compañeros y docentes.
– Reconocer las emociones que genera: alivio, curiosidad, pero también dudas y ansiedad.
– Exigir claridad institucional sobre los límites y la ética de su uso.
La IA puede reducir el estrés y aumentar la eficiencia, pero también afectar la confianza y las relaciones humanas si se usa sin reflexión. No se trata de temerle ni de idealizarla, sino de aprender a convivir con ella de manera crítica y consciente.
En el fondo, la pregunta no es qué tan inteligente es la IA, sino qué tan inteligentes y responsables elegimos ser nosotros al usarla.
IA aliada o fuente de estrés para el estudiante?, es un artículo de la residencia universitaria Riquelme de Pamplona
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